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La eutanasia, la vida y la muerte

Actualizado: 22 oct 2023


Queremos vivir y no queremos morir.


Ahora bien, vivir es envejecer y envejecer es lo que nos acerca a la muerte.

Y envejecemos poco a poco, sin darnos cuenta, tal y como decía aquella hermosa canción del añorado Jean Ferrat:

J'ai souvent pensé c'est loin la vieillesse

Mais tout doucement la vieillesse vient

Petit à petit par délicatesse, pour ne pas froisser le vieux musicien.

(a menudo he pensado que la vejez me quedaba lejos, pero la vejez llega lentamente -dulcemente-, poco a poco, con delicadeza...)



Y esto nos da miedo (a la desaparición, al último final, a la decrepitud y al mismo dolor).

Y nos confronta con nuestra finitud y contingencia.

Y pensamos que todavía nos quedan cosas por hacer y por ver y por vivir (¡ah el eterno anhelo de omnipotencia!).

Vivir, envejecer y morir nos remueven emocionalmente y nos sacuden racionalmente


Dicho lo cual sólo nos queda preguntarnos:

¿cómo demonios ha llegado la eutanasia?.

Porque he aquí otra paradoja de nuestra exagerada especie: conseguimos alargar la vida y vivir más tiempo; ¡y entonces resulta que nos inventamos la eutanasia para morir antes!)



Por lo tanto hay que hacer algo de análisis


Para empezar, podemos asumir que, en general, la vida es un bien estratégico; de hecho la vida es el bien más estratégico (siempre que los que mandan no digan lo contrario, como ocurre por ejemplo en las guerras).

Y la Revolución (o transición) demográfica (RD), al alargar su duración la ha hecho todavía más importante.

Por tanto, las dos preguntas a responder son:

1.- ahora que ya vivimos mucho tiempo, ¿puede ser que la calidad de la vida empiece a ser tan importante o más que su misma duración?

2.- y ¿quién manda/decide sobre la vida y la muerte: el individuo o el dios correspondiente según la religión de turno?


1.- nos importa la calidad: por ejemplo hemos ampliado el valor de la vida a asuntos como las agresiones físicas (castigos físicos, lesiones, mutilaciones, etc.) y psíquicas (agresiones contra la libertad, coacciones, amenazas, etc), que son agresiones "contra la calidad de vida"

En sociedades anteriores a la RD, muchas de estas agresiones eran normales y "la letra con sangre entraba". Con el alargamiento de la vida, la calidad (la integridad física y la libertad) se ha convertido en bien estratégico, y agredirla es un comportamiento criminalizado y definido como delincuencia.

Así pues, la calidad parece tan importante como la duración, o más aun si cabe.


2.- el alargamiento de la vida multiplica la importancia de cada individuo. Cuanto más tiempo vivimos, más tiempo tenemos para nuestra individualidad (por ejemplo, para realizar proyectos a largo plazo).

Ésta es la base de la actual reivindicación del individuo, que es más que meramente demográfica y se extiende por las otras estructuras de la sociedad: como vivo más, soy importante (demografía); como consumo y produzco, soy importante (economía); como voto soy importante (política); como tengo conocimientos y debo ser feliz, soy importante (cultura).

En consecuencia, el individuo es más “definidor” y “decididor” que antes, y está legitimado para decidir sobre su vida y su muerte.



Cuanto más tiempo vivimos, más tiempo tenemos para gozar de la vida y de su calidad, y para decidir sobre ella.

Por tanto, ahora que ya vivimos mucho, el valor de la vida puede no tener sentido si no se puede vivir con plenitud y decidir sobre ella.

Y he aquí las raíces estructurales de:

1.- la reivindicación del derecho a vivir dignamente

2.- la reivindicación del derecho a morir dignamente (eutanasia: la vida no tiene sentido si no se puede vivir con calidad)



Nuestra hipótesis es que

La descriminalización de la eutanasia y su destipificación como delincuencia se irá generalizando (en un plazo de dos generaciones como máximo, y no sólo en Occidente) por la acción combinada de las modificaciones en las cuatro estructuras (no sólo la demográfica):

Demografia

• Hay una obviedad redundante: es inimaginable imposible inconcebible impensable inviable la eutanasia en sociedades con regímenes demográficos de alta mortalidad y breve esperanza de vida.

• Y a partir de la RD es necesario pensar en el envejecimiento de la sociedad, y con él la mayor probabilidad de que incremente el número de personas hiperdependientes, sin autonomía personal y con escasa calidad de vida.

Economía

• Existe y existirá un incremento del sobrecoste económico público y privado de poblaciones de largo recorrido vital: pensiones, atención sanitaria, etc. Así como el sobrecoste económico y social que supone el ensañamiento terapéutico que es un gasto inútil y ruinoso explicable sólo en términos del poder médico.

• Por otra parte, las sociedades de consumo han generado una cultura económica del bienestar (dado que ya vivimos lo suficiente, cuando el bienestar desaparece la vida parece menos atractiva)

Cultura

• El hedonismo es el efecto más claro de los cambios demográficos y económicos. Y el hedonismo es incompatible (antagónico contradictorio en

antitético) con el sufrimiento y el previsible incremento del dolor físico y psicológico individual y colectivo, así como del sufrimiento y desgaste familiar.

• Simultáneamente la pérdida de importancia de las religiones trascendentales contribuye a que la vida no dependa de la voluntad de ningún dios y se vaya convirtiendo en una responsabilidad de los individuos.

• Consecuentemente, la moral individual y colectiva irá virando hacia la aceptación de la eutanasia.

Política

• Finalmente, los estados, dispuestos siempre a satisfacer las demandas de sus ciudadanos, irán reduciendo la tipificación delictiva de la eutanasia.

• No será inmediato, pero será impepinable




Sin embargo, el análisis es frío y no puede esconder las emociones que nos remueven:


Porque aunque queremos vivir bien y decidir sobre nuestras vidas,

ello no elimina nuestros miedos, nuestra finitud y nuestro deseo de perdurabilidad; siglos de cultura sacrificial nos han hecho sublimar miedos, finitud y deseo de perdurabilidad en la gran seguridad de la recompensa eterna: si nos portábamos bien seríamos eternos y perdurables por los siglos de los siglos.

En cambio ahora, la cultura hedonista nos deja huérfanos de estas seguridades y paradójicamente nos confronta con nuestros miedos y finitud para decidir como asumimos el final.


De momento pues, y mientras vamos ajustando la cultura a las otras revoluciones de nuestro tiempo, es el momento de volver a escuchar el hermoso deseo de Jean Ferrat:

¡puesto que tenemos que marchar, al menos que hayamos podido disfrutar del tiempo de las cerezas!


Ah qu'il vienne au moins le temps des cerises

Avant que j'aie dû boucler mes valises

Et qu'on m'ait poussé dans le dernier train

(Ah, al menos que llegue el tiempo de las cerezas, antes de hacer las maletas y tener que coger el último tren)






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